La Menorca de principios del siglo XX
Menorca vivió a comienzos del siglo XX una etapa de transformaciones marcada por su posición estratégica en el Mediterráneo. Tras varios cambios de soberanía entre británicos, franceses y españoles durante el siglo XVIII, la isla fue definitivamente incorporada al Reino de España en 1802 con el Tratado de Amiens.
La economía menorquina era principalmente agraria, basada en la producción de cereales, vino y productos ganaderos. Sin embargo, la influencia británica dejó una herencia significativa, como el desarrollo de astilleros en Mahón y el auge del comercio marítimo. La arquitectura georgiana, el gin y las influencias culturales inglesas permanecieron como testigos de aquel periodo.
La sociedad menorquina enfrentaba dificultades económicas debido a la presión fiscal y las guerras napoleónicas, pero mantenía una vida comunitaria vibrante en torno a las iglesias, mercados y tradiciones populares. Era una época de transición, con Menorca buscando equilibrio entre sus raíces mediterráneas y las huellas de las potencias extranjeras que marcaron su historia reciente.
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